Federico García Lorca

Del trabajo La amistad en torno al fuego lorquiano, realizado por mi frater animae Alejandro .V. Fernández (www.versusclavi.blogspot.com) y por mí para el FORUN 2015 de la Universidad de Navarra.

Introducción

El arte es el único medio para llegar a lo inefable, a aquello para lo que no existen parámetros ni gráficas y para llegar a aquello que es específicamente humano; para recordarnos lo dramático y glorioso que es ser humano en un mundo que está perdiendo su humanidad. Y gran parte de esa humanidad reside en la capacidad para ser -el- otro sin ningún otro interés que el enriquecimiento mutuo que es el centro del Humanismo, del sentimiento del poeta: La amistad.

Por ello hemos elegido a unos poetas, a unos artistas, como centro de nuestro trabajo. En concreto, vamos a estudiar cómo sentían la amistad los miembros de la Generación del 27, también llamada, de hecho, la Generación de la Amistad. También hemos preferido este tema a otros debido a la modernidad y juventud de los poetas, que ayudan a que nos identifiquemos mejor con ellos. Para hablar de esta amistad hemos recurrido a la excepcional persona que representó el nexo, el fuego alrededor del cual se unieron casi todos los artistas, con un carácter de tal fuerza, de tal atractivo, que en una lectura que hizo el 8 de abril 1926 en  el Ateneo de Valladolid, su amigo Jorge Guillén le presentaría diciendo: “Federico García Lorca, este gran amigo -que en seguida será amigo de ustedes todos- es un gran poeta; en seguida lo será para todos ustedes. Porque, cuidado, que todos serán, que todos seremos suyos en cuanto rompa a cantar. […] Es una especie de fiera, de fenómeno, sí; pero un fenómeno de seducción irresistible[1]”. Este es el hombre, el poeta, que nos hará de guía vida y cómo les reunió tras su muerte.

  1. Retrato de Federico García Lorca

  2.1. Biografía

Federico García Lorca nació en el pueblo de Fuente Vaqueros, más tarde definido por el poeta cómo “Un pueblo de imaginación viva y de alma clara y risueña como el agua que fluye de su fuente[2]” el 5 de junio de 1898. Hijo primogénito de Don Federico García Rodríguez, un rico hacendado y Doña Vicenta Lorca Romero, segunda esposa de su padre y maestra de escuela. Desde joven demostraría que tenía aptitudes para las artes: antes de hablar, según su 212madre, “Federico ya tatareaba canciones con la guitarra[3]”.  Respecto a su infancia, el propio poeta afirmaría: “Mi infancia es aprender letras y música con mi madre, ser un niño rico en el pueblo, un mandón[4]”. En 1907 la familia se trasladaría al pueblo de Asquerosa (cuyo nombre en 1941 fue cambiado por Valderrubio), a unos cuatro kilómetros de Fuente Vaqueros, donde su padre ya en 1895 había adquirido una casa rica y tierras; según Lorca este pueblo era “Uno de los pueblos más lindos de la vega, por lo blanco y por la serenidad de sus habitantes[5]”. En 1908, con diez años, se iría a vivir a Almería, a casa de Antonio Rodríguez Espinosa, su antiguo profesor en Fuente Vaqueros, gran amigo de la familia García Lorca, para ser su pupilo mientras estudiaba en el Colegio de Jesús, entonces el más reputado de la provincia; en este colegio conocería al poeta Ulpiano Diáz Pérez[6] (quien veinte años después se reencontró con Federico, cuando vio a un joven acercarse y decir con aire de profesor “Díaz Pérez, D.Ulpiano, ¡Póngase usted en pie!”. Era Federico[7]). En 1908 hizo el examen de Ingreso en el Instituto Almeriense. El 15 de Mayo de 1909 el poeta solicitó al Instituto General y Técnico de Granada ser admitido a examen de las asignaturas cursadas en Bachillerato. En 1909 el poeta ya se encuentra firmemente arraigado en Granada, junto con su familia. La familia se instaló en una gran casa, con patio, cuadra y un jardín. En esta ciudad, en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, dirigido por su primo Joaquín Alemán Barragán, cursaría el poeta sus estudios de Bachillerato, e inicio sus estudios de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Granada, donde tuvo como profesores a los intelectuales Fernando de los Ríos y Martín Domínguez Berrueta. También en la ciudad de la Alhambra profundizaría más el poeta en sus estudios de música, en concreto de piano y participaría en el Centro Artístico y Literario de Granada, en el Rinconcillo del café de la Álameda junto con los jóvenes aficionados a la cultura y a las Artes.

En 1918, tras la publicación de Impresiones y Paisajes, libro surgido de los viajes de estudios hechos junto a Fernando de los Ríos y Berrueta, ya se dilucidaba que Lorca pronto marcharía de su provincia. Efectivamente, Federico llegó a Madrid en 1919, con una carta de presentación de Fernando de los Ríos al poeta Juan Ramón Jiménez, entonces uno de los huéspedes de la Residencia de Estudiantes donde se alojaría y estudiaría a partir de entonces  el poeta. El ambiente intelectual de la Residencia entusiasmaría al poeta y es a través de este lugar donde conocería a sus amigos más cercanos: Salvador Dalí, Luis Buñuel, Rafael Alberti, Emilio Prados, Manuel Altoaguirre, Pepín Bello… También es en Madrid donde conocería a Luis Cernuda. En este año, 1919 publica Lorca su Libro de poemas  y su primera obra dramática (del estilo de las suites), El maleficio de la mariposa. En 1921 vuelve a Granada y publica El Poema del Cante Jondo. En torno a 1925 viaja a Cadaqués, pasando una temporada con Salvador Dalí. El 1927 está marcado por el acto que dio nombre a la Generación del 27, el homenaje al poeta barroco Don Luis Góngora en el que participaron los representantes más importantes de la joven poesía española de entonces.  En este año Lorca publica Canciones  y en 1928 el Primer romancero gitano. En 1929 Lorca viaja a Nueva York, viaje que le inspiraría para Poeta en Nueva York, obra que se publicó tras su muerte. En 1931 vuelve a España y codirige una compañía ambulante- La Barraca- de teatro basado en las obras del Siglo de Oro. En 1933 viaja a Buenos Aires, donde estrenará entre otras obras, Bodas de Sangre y Mariana Pineda. Durante 1934, de vuelta en España, publicaría, entre otras, obras como Yerma, La casa de Bernarda Alba y el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, por citar las más importantes. Finalmente en 1936, el día 18 de agosto fue asesinado, según Ian Gibson  por, “ser espía de los rusos, estar en contacto por radio con ellos, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual[8]”. O quizás por ser poeta. Hay que matizar que, hasta su fin, Federico creería, -como nos explica Gabriel Celaya-  en todos sus amigos, “… esa confianza en que el hombre es siempre humano, ese creer que un amigo, fascista o no, es un amigo le costó la muerte. Porque fueron unos amigos, amigos que él contaba entre sus mejores quienes en el último momento resultaron ser ante todo y sobre todo fascistas”, antes que humanos.

2.2. Lorca visto por sus amigos

Probablemente el mejor modo de conocer a una persona sea a través de lo que sus amigos dicen de esta. Para esto hay que tener en cuenta la diferencia entre amigos y aduladores. Un amigo dirá la verdad de otro, todo lo bueno, pero también lo malo. Un amigo conoce al otro como persona, con toda la complejidad que esto implica. Conoce al otro de la misma manera que se conoce a sí mismo a través de él. El amigo se refleja en el otro amigo, que, a su vez, se refleja en el primero. Quizás el amigo -el amigo de verdad- sea el mejor camino para conocerse a uno mismo.

Por ello hemos recurrido a los amigos de Lorca para intentar definir al poeta y al mismo tiempo dar cuenta -no olvidemos que muchos de estos amigos son artistas- de con qué intensidad queda grabado en el alma la imagen de un amigo de verdad. Quizás se pueda alegar que estas impresiones sean subjetivas, pero sería como acusar a un espejo de reflejar los colores. No se puede fotografiar un alma.

Una de las facetas más comentadas de Federico García Lorca es su incomparable personalidad, su fuerte atractivo como persona, su capacidad para crear felicidad en torno a sí. Jorge Guillén diría del poeta “Junto al poeta- y no sólo en su poesía- se respiraba un aura que él iluminaba con su propia luz. Entonces no hacía frío de invierno ni calor de verano. Hacía… Federico.[9]”Otro conocido suyo, el gran poeta Luis Cernuda, explicaría que a Lorca “Había que quererle o dejarle; no cabía ya el término medio. […] Estaba tan vivo, estremecido por el vasto aliento de la vida, que parecía imposible hallarlo inmóvil en nada, aunque esa nada fuese la muerte. Si alguna imagen quisiéramos dar de él sería la de un río. Siempre era el mismo y siempre era distinto, fluyendo inagotable, llevando a su obra la cambiante obra del mundo que él atesoraba[10]”.

Mas no todo en Federico era alegría. Laura de los Ríos, esposa del hermano de Federico García Lorca, Francisco, diría “la risa de Federico era tremenda, pero no reían sus ojos[11]”, esos ojos de los que Cernuda diría que eran “ojos grandes y elocuentes, de melancólica expresión[12]”. Ángel del Río, primero en hacer una biografía de Lorca, explicaría mejor que nadie los rasgos del poeta “En su silueta física, algo extraña, había una mezcla de fortaleza y debilidad, de campesino y de decadente. Torso, cuello, cabeza, poderosos en un cuerpo de líneas y movimientos con algo de blando. Junto con el color oliva profundo […] de la tez, lo más impresionante eran los ojos de color variable, entre negro y pardo; ojos intensos tras la prominencia de unos pómulos firmes. Encendidos a veces con luces de alegría infantil o de sensualidad, aparecía tras ellos, algunos días, ya a los veinte años, una veladura de tristeza sin fondo. Era la cara profunda de su carácter: Presentimiento de dolor[13]”.27

En cuanto a los sentimientos, a la forma de ser del poeta, la mejor descripción podemos sacarlo de la evocación hecha por Vicente Aleixandre del poeta, dónde llegaba a captar las corrientes del alma de Lorca, corrientes, que probablemente ni el mismo Lorca conocía. “En Federico […] que iba y venía ante la vista de sus amigos con algo de genio alado […] Pero yo gusto a veces de evocar a solas al otro Federico […] al noble Federico de la tristeza […] La hora muda de Federico era la hora del poeta, hora de soledad, pero de soledad generosa porque es cuando el poeta siente que es la expresión de todos los hombres[14]” ésta es la razón por la cual hemos elegido a los poetas para hacer el trabajo, son capaces de representar a todo el género humano, más adelante, Aleixandre explica lo que vislumbró tras los inacabados Sonetos de amor oscuro del poeta “prodigio de pasión, de entusiasmo, de felicidad, de tormento puro y ardiente monumento al amor […] no pude menos que quedarme mirándole y exclamar ‘Federico, ¡Qué corazón! ¡Cuánto ha tenido que amar, cuánto que sufrir!’ Me miró y sonrió como un niño[15]”.

De ésta manera el amigo llega a descubrir lo que ni el biógrafo ni el crítico puede explicar. Debemos alegrarnos de que la Generación del 27 sea la Generación de la amistad, pues ello nos permite comprender a los autores –a través de sus amigos- de una manera en que en otros casos sólo podemos vislumbrar.

  1. Federico en vida: Amigos y Arte

Ahora trataremos de ver cómo influyó la amistad en el crecimiento intelectual y enriquecimiento mutuo de los artistas de la Generación del 27. Dada la inmensa cantidad de amigos, admiradores y conocidos que generó el exuberante carácter de Federico García Lorca vamos a tratar aquí sólo algunos de ellos, los más destacables, la mayoría de ellos conocidos por el poeta en Madrid: Rafael Alberti, Luis Cernuda, Salvador Dalí, Luis Buñuel y Emilio Prados.

Como hemos dicho, la mayoría de estas relaciones surgieron en Madrid, ciudad a la que el poeta llegó en 1919, para proseguir sus estudios desde la Residencia de Estudiantes, que era el centro de la élite intelectual de la época. Una de las primeras con las que Federico se encontró en la Residencia fue con Emilio Prados. El poeta había conocido a este en Málaga, en 1912. De este reencuentro surgiría pronto una estrecha amistad. Emilio Prados, que es una persona con la sensibilidad a flor de piel, se sentía en ese momento deprimido, indignado consigo mismo, dándose-según sus palabras- asco a sí mismo. A pesar de ello, en un pasaje de su Diario Íntimo, escribiría: “La única alegría que he tenido ha sido el encontrar en Federico al amigo que tanto deseaba. A él le he abierto mi corazón y él ha sabido comprenderlo[16]”. El apoyo, esa cualidad de la amistad, la constancia, el ser-el-otro, hacerse el otro, reflejarle mientras te ves reflejado. Más adelante Prados escribe: “Quisiera tenerlo estos días aquí para poderle contar todo lo que en estos días siento y estoy seguro que sabría consolarme y alegrarme en mis tristezas […]  Mi sangre toda daría por ver a la humanidad unida con amor, y que la igualdad fuera completa para todos […] En fin, cuando venga Federico trabajaremos con ardor por esta causa y aun cuando de mí no espero grandes triunfos, pues no tengo confianza en mi inteligencia embrutecida, a él le hablaré con el corazón y el suplirá mi falta[17]”. Sinceridad y confianza en al amigo, la base de una amistad. Aquí vemos cómo un amigo (Prados) confía en el otro (Lorca) para que le complete y llevar a cabo un plan mutuo, que, de no ser por esa amistad no podría haberse llevado a cabo. Sabemos que Prados –hipersensible como era- sufrió durante algún tiempo un desengaño con la figura de Lorca. Probablemente, porque éste, rodeado siempre de aduladores, no pudo dedicarle el tiempo debido a su amistad. Para Federico, Prados, junto a Altolaguirre siempre representaría Málaga y su mar, expresaría su afecto por Prados dedicándole su poema “Balada del agua del mar” en su Libro de Poemas. Además de su suite titulada “Estampas del mar”, dedicada a Prados y a Altolaguirre. En el “diálogo” La doncella, el marinero y el estudiante aparecen Prados y Altolaguirre como personajes.

Otro amigo que pronto hizo Lorca en la Residencia fue Luis Buñuel. El temperamento de Buñuel se distinguiría fuertemente del resto de los estudiantes. Él era deportista, bromista, (con algunas bromas hasta crueles) y empeñado en demostrar su virilidad. Además era hijo de uno de los ricos de Aragón y, al igual que Federico, podía vivir con bastante desahogo. No conoció a Lorca hasta ya en la Residencia, en 1919. En Mi último suspiro Buñuel nos relata cómo su amistad con Lorca fue inmediata y profunda, a pesar de ser una amistad basada en que Buñuel y el poeta eran seres completamente diferentes entre sí. Esto es una demostración de cómo dos personas no tienen por qué parecerse para ser amigas, aunque sí tienen que caminar juntos y compartir algunas ideas comunes. Buñuel nos ejemplifica el enriquecimiento mutuo que provoca la amistad. Nos dice que al leerle Lorca sus versos “Fui transformándome día tras  día[18]”. La amistad tuvo un altibajo en el momento en el que Buñuel averiguó que Lorca era homosexual aunque, según Luis “nada permitía suponer que Federico lo fuera[19]”. Pero la misma noche del día que discutieron por ello se reconciliaron. Buñuel –que, viril como era, estaba entonces en contra de la homosexualidad- se superó a sí mismo por otra persona, para salvar su amistad con el poeta. También Lorca haría descubrir a Buñuel libros que le inspirarían en su labor como cineasta, por ejemplo La leyenda áurea,  de Jacopo di Voragine, de donde Luis sacaría Simón del desierto. También recuerda Buñuel cómo Lorca y él,  junto con otros de la Residencia (Alberti, Dalí), fundaron la Orden de Toledo, destinada a divertirse y expresar la admiración que todos sentían por esta literaria ciudad. Se reunían en la Posada de la Sangre, escenario de La ilustre fregona de Cervantes.

Aunque el tiempo separaría a los dos amigos, se carteó con Lorca en 1926 recriminándole su poco interés en saber de él “¡Qué vergüenza el dejar que nuestra amistad se apolille por completo! En parte es tuya la culpa porque he visto que no tienes ningún interés en saber de mí.[…] ¡Qué lástima que no vengas por aquí o, al menos, no renuevas el aire que respiras! […] Al menos podría verte continuamente y zurcir nuestra vieja amistad. Recuerdo siempre los intensos momentos que, durante muchos años, convivimos. Madrid me parecería ahora demasiado vacío sin ninguno de vosotros y la Residencia… lo que seguramente opinarás tú de ella[20]”.

En otoño de 1922 llegó Salvador Dalí a la Residencia de Estudiantes. En ese momento Lorca estaba acabando su carrera de derecho y no volvería hasta 1923. En ese año fue cuando conoció el pintor a Lorca, fue uno de los encuentros más significativos en la vida de ambos. Escribe el pintor: “Aunque advertí en seguida que mis nuevos amigos iban a tomarlo todo de mí sin poder darme nada a cambio […] la personalidad de Federico García Lorca produjo en mi una tremenda impresión. El fenómeno poético en su totalidad y en ‘carne viva’ surgió ante mí hecho carne y huesos[21]”. Más tarde, durante el período que el poeta pasaría en Cadaqués en 1925, en casa de la familia de Dalí, esta amistad se haría todavía más profunda y fructífera. Salvador quería presumir de su amigo y así invitó a un grupo de escritores y artistas barcelonenses a casa (Josep María de Sagarra, Alexandre Plana, Lluis de Llimona…) siendo éste el primer contacto de Federico con mundo artístico catalán. De la experiencia de Dalí con Lorca ese abril, surge el cuadro Natura morta, (Invitació al son) primero de varios cuadros en los que se repetiría el tema de Lorca: Peix i balcó o Naturaleza muerta al claro de luna, Natura morta al claro de luna malva, Composició amb tres figures (Academia neocubista), Taula davant del mar, posteriormente llamado Homenaje a Saint Eric y en Arlequí, más tarde titulado Cabeza amiba. En una carta en 1926 le dice  al poeta “…ten la seguridad de que te considero el único genio actual[22]”. También es cierto que la relación entre Dalí y Lorca, a pesar de no pasar de la amistad, no era normal. Lorca se sentía atraído por Dalí, pero éste, dada su estrambótica personalidad no quería admitir que sintiera atracción por el poeta, llegando a veces a jugar con sus sentimientos.

El encuentro entre Federico García Lorca y Rafael Alberti tuvo lugar en otoño, una tarde, a comienzos del 1924. Rafael escribiría “Cuando dos poetas se conocen y se dan la mano por vez primera, es como si dos corrientes transangélicas tropezaran, fundiéndose[23]”. Se hicieron amigos rápidamente. Federico le pidió a Alberti que le dibujara un cuadro en que se le viera junto a un arroyo, dormido, y  en lo alto de un olivo una imagen de la virgen, con la leyenda “Aparición de Nuestra Señora del Amor Hermoso a Federico García Lorca”. Alberti aceptó diciendo que sería lo último que pintaría de momento. A Federico le encantó el dibujo y lo colgó en su cuarto de la Residencia. Rafael recordaría siempre aquella noche en la que Lorca le recitó en el jardín su “Romance sonámbulo”, que causó una honda impresión en Rafael. Lorca se despediría de él llamándole “primo”, según la costumbre de los gitanos andaluces. Entre Lorca y Alberti se trazaría una amistad complicada, no exenta de malentendidos y disputas, en cuanto que Lorca, Juan Ramón Jiménez y Alberti eran los tres poetas andaluces, que bebían de las mismas fuentes.

El encuentro entre Federico y Luis Cernuda ocurrió en Sevilla, en el patio de un hotel, en el que se alojaba Lorca junto a otros seis poetas de su generación, invitados a la ciudad por el mecenas y torero Sánchez Mejías. Cernuda, maravillado por la manera en la que hablaba Lorca-que analizó meticulosamente- diría en 1938: “Algo que yo apenas conocía o no quería conocer comenzó a unirnos por encima de aquella presentación un poco teatral, a través de la cual se adivinaba el verdadero Federico García Lorca elemental y apasionado […] me tomó por un brazo y nos apartamos de los otros[24]”. En cuanto a la posible relación homosexual entre Cernuda y Lorca, aunque Emilio Garrigues insinúa que existió, Ian Gibson afirma que esto es bastante improbable dado que Cernuda y Lorca eran demasiado diferentes. Esto no quita que ambos se apreciasen, en su poema “A un poeta muerto” Cernuda diría sobre Lorca:

“Por esto te mataron, porque eras

Verdor en nuestra tierra árida

Y azul en nuestro oscuro aire[25]

  1. Muerte de Federico García Lorca

Dada la situación política de la época, Federico García Lorca corría grave peligro. Aunque Lorca nunca manifestó sus convicciones políticas, se cree que tenía una gran inclinación al liberalismo, tras rechazar las numerosas invitaciones de sus amigos para formar parte del partido comunista. Debido a esta inclinación política, sufrió diversas acometidas por la gente conservadora. Quizás las recibió por su amistad con Margarita Xirgu (exiliada por sus convicciones contrarias a las conservadoras) o por su trato con Fernando de los Ríos (ministro socialista). Además, en varias ocasiones Lorca defendió públicamente su desacuerdo con la injusticia social, lo que provocó la antipatía de los ciudadanos conservadores o ‘’de derechas’’ españoles.

En una entrevista en La Voz, Madrid, el 7 de abril de 1936 Lorca declarará: “El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: ‘¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted el lirio que florece en la orilla’. Y el pobre reza: ‘Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre’. Natural. El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la gran revolución […][26]’’. Quizás por afirmaciones como éstas Lorca se ganó la enemistad antes mencionada con los españoles de idearios opuestos.

Poco antes de estallar la sublevación contra la república en Marruecos (17 de julio de 1936), Federico previó la situación que esperaba a España, y decidió reunirse con su familia en Granada. Una vez proclamado el Alzamiento Nacional por Francisco Franco, Granada pasó a manos de los falangistas y entonces Federico consideró peligrosa la estancia en casa de su familia. Pensó en ir con Manuel de Falla, un hombre de gran influencia y renombre, pero finalmente acudió a refugiarse a casa de los Rosales (familia del poeta Luis Rosales), con los que tenía una gran amistad. Además, los Rosales eran falangistas convencidos, por lo cual no deberían sospechar de ellos.

El 16 de agosto de 1936 Lorca fue detenido en casa de los Rosales por Ramón Ruiz Alonso (ex diputado de la CEDA), derechista fanático, que según los datos ‘’sentía un profundo odio por Fernando de los Ríos y por el poeta mismo[27]’’. Según el biógrafo de Lorca, Ian Gibson, fue una operación de gran envergadura, donde no solo se rodeo la calle de la vivienda de los Rosales, sino que también apostaron francotiradores en las casas colindantes.

Tras ser detenido fue trasladado al Gobierno Civil de Granada, lugar donde quedó bajo la custodia del gobernador, el comandante José Valdés Guzmán. Entre los cargos del poeta, se destaca: “ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual[28]’’. Tras esta serie de acusaciones, Lorca, junto con un grupo de detenidos, fueron llevados al pueblo de Viznar, a una cárcel improvisada. Tras pasar la madrugada en la mencionada cárcel, los llevaron a la carretera entre Viznar y Alfacar, donde los fusilaron. El lugar en cuestión era un sitio llamado La Fuente Grande, cuyo nombre en árabe se traducía por “la fuente de las lágrimas”, a la que Dámaso Alonso  hace referencia en este poema:

‘’Ay, fuente de las lágrimas,
ay, campos de Alfacar, tierras de Víznar.
El viento de la noche,
¿por qué os lleva la arena, y no la sangre?
¿por qué entrecorta el agua cual mi llanto?

No le digáis al alba vuestro luto,
no le quebréis al día su esperanza
de nardo y verde sombra;
pero en la noche aguda,
segada por el dalle de los vientos
que no olvidan, llorad, llorad conmigo.

Llora, tú, fuente grande,
ay, fuente de las lágrimas.
Y sed ya para siempre mar salobre,
oh campos de Alfacar, tierras de Víznar.[29]’’

Antonio Machado escribirá un poema llamado ‘’El crimen fue en Granada’’, que consta de tres partes, una de ellas, ‘’El poeta y la muerte’’:

‘’Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque, yunque y yunque de las fraguas—.
Hablaba Federico,
requebrando a la Muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el eco de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban…
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!’’

Se puede destacar cómo la familia Rosales, a pesar de de ser falangista, protegió a Lorca. La amistad pesó (y pesa, debe pesar) más que la política. Sin embargo, muchos de los antes “supuestos amigos” de Lorca, hombre bueno, confiado en todos, le delataron y pusieron sus ideales políticos, o su seguridad, su comodidad, por delante de la amistad. En los momentos así es cuando se prueban los amigos. Un amigo es capaz de superarse a sí mismo por amor al otro. Capaz de arriesgarse porque ha averiguado que aquello que comparte con él otro es algo maravilloso e inmensamente importante. Respeto mutuo. Por ello, toda la humanidad-cada individuo- debería ser “amiga”, respetarnos y amarnos unos a otros como seres humanos, por encima de todas las cosas.

 

 

 

  1. Homenajes tras su muerte

           

            Después de la muerte de Federico García Lorca, varios artistas, compañeros y amigos lloraron escribiendo la muerte de su amigo poeta. El poeta Luis Cernuda, amigo y compañero de la Generación del 27, escribirá ‘’A un poeta muerto’’, poema donde alaba la figura de Federico, así como critica tangencialmente la sociedad española reinante de la época, critica al nuevo tipo de hombre que ve  en la sociedad; el hombre egoísta, irrespetuoso, animalizado y expresa su dolor al darse cuenta de que, con un amigo, también ha perdido parte del color de su vida:

“ […]

La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.
[…]
Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.’’

También destacamos brevemente la poesía de Miguel Hernández Elegía Primera, lamentando que ya nunca volverá a oír la voz de su amigo:

[…]

‘’Tú, el más firme edificio, destruido,
tú, el gavilán más alto, desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado’’[30].
[…]

Rafael Alberti escribirá dos poesías a la muerte de su compañero y amigo Federico García Lorca. La primera es Elegía a un poeta que no tuvo su muerte, donde defiende que la muerte debería haber llamado a su puerta y no a la de Lorca. El amigo dispuesto a dar su vida por otro amigo. Compromiso. Amistad hasta después de la muerte:

‘’No tuviste tu muerte, la que a ti te tocaba.
Malamente, a sabiendas, equivocó el camino.
¿Adónde vas? Gritando, por más que aligeraba
no paré tu destino.
[…]

Mas si mi muerte ha muerto, quedándome la tuya,
si acaso le esperaba más bella y larga vida,
haré por merecerla, hasta que restituya
a la tierra esa lumbre de cosecha cumplida’’.[31]

En segundo lugar, Alberti escribe Retornos de un poeta asesinado, poesía en la cual sueña con el fantasma de Federico y se lamenta por las veces en que en vida se peleó con él, y es que, cada vez que dos amigos se pelean se destruyen a sí mismos, y el tiempo que estén enfadados, es cómo se dio cuenta Alberti, tiempo perdido :

[…]

‘’Dime confiésame, confiésame
si en el abrazo mudo que me has dado, en el tierno
ademán de ofrecerme una silla, en la simple
manera de sentarte junto a mí, de mirarme,
sonreír y en silencio, sin ninguna palabra,
dime si no has querido significar con eso
que, a pesar de las mínimas batallas que reñimos,
sigues unido a mí más que nunca en la muerte
por las veces que acaso
no lo estuvimos -¡ay, perdóname!- en la vida.

Si no es así, retorna nuevamente en el sueño
de otra noche a decírmelo’’.[32]

 

Asimismo, destacamos las poesías de ‘’Angustia Cuarta’’ de Nicolás Guillén y ‘’Oda a Federico García Lorca’’ de Pablo Neruda. Ambos escritores hispanoamericanos escribieron conmovidos por su muerte.  Cómo podemos ver, una de las lamentaciones más repetidas se basa en el tiempo perdido en vida, nos recuerda que debemos aprovechar cada momento con un amigo. Otro tema es el de la muerte del poeta en Granada, que  hace presente la hipocresía existente en nuestra sociedad: Los mismos que le adulaban en granada no hicieron nada para impedir su muerte. Por eso es importante hacer resurgir la palabra “compromiso”. Si te declaras amigo de alguien debes serlo-intentando guiarle y guiarte hacia el bien-hasta las últimas consecuencias, como aquellos cuya amistad con Lorca y con lo que Lorca defendía, prosiguió hasta después de la muerte.

  1. Conclusión

Hemos visto cómo la amistad, fue, probablemente,  la causante de la aparición de una generación tan excepcional y variada cómo la Generación del 27, la Generación de la Amistad. Hemos visto cómo los poetas, los artistas, consideran este sentimiento como algo de la mayor importancia de lo que no cabe avergonzarse. Los escritores, los poetas, sintiendo, cómo sienten, más que la mayoría, pudiendo observar con perspectiva, nos recuerdan aquello que este mundo está olvidando, según escribe Cernuda en el Soliloquio del farero “Soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres, por quienes vivo[33]”.

En un mundo abocado a lo sensual-que se acerca cada vez a lo meramente animal-  y a la ridiculización o banalización de los sentimientos debemos volver a aprender a ser- el- otro. A preocuparnos por los demás y no por satisfacer nuestros propios deseos Debemos volver a ser humanitarios, a ser humanos, a sacrificarnos, a vivir nuestra vida en los demás.  Cómo diría Luis Cernuda: “¿Qué, si no eso, recibimos? ¿Qué, si no eso dejaremos?[34]”.

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Citas

[1] Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L ,Barcelona, 1998, pp. 447-48

[2] Federico García Lorca, 1931, discurso de agredecimiento por su homenaje en Fuente Vaqueros, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L ,Barcelona, 1998, pp. 447-48

[3] Testimonio de Isabel García Lorca, Madrid,  5 de julio de 1982, citado en  Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L ,Barcelona, 1998, p.56

[4] García Lorca, Federico, Obras completas, Recopilación, cronología, bibliografía y notas de Arturo del Hoyo, 3vols., Aguilar, Madrid, 1986, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L, Barcelona, 1998, p. 57

[5] García Lorca, Federico, Obras completas, Recopilación, cronología, bibliografía y notas de Arturo del Hoyo, 3vols., Aguilar, Madrid, 1986, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.76

[6] Personaje conocido en Almería, escritor experto en temas taurinos, empresario, actor y amigo de actores.

[7] Citado en  Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998(Carta al autor de Manuel del Águila Ortega, Almería, 1 de agosto 1982), p.81

[8] Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 2, , Hurope S.L ,Barcelona, 1998, p.546.

[9] Guillen, Jorge “Federico en persona” ,  en Obras Completas ,I, XVII , citado en , Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.15

[10] Cernuda,  Luis, Prosa Completa, 1366, citado en ,  Gibson , Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p. 16

[11] Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998 (Comunicación de Laura de los Ríos al autor, Toledo, 15 de Mayo de 1979), p.25

[12] Cernuda, Luis , Prosa Completa, 1334, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.26

[13] Del Río, Ángel (1940)    , citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.26

[14] Aleixandre Vicente, “Federico”, en el Mono Azul, n.19, (10 de Junio de 1937),1, luego recogido en Hora de España, Valencia, VII, (agosto de 1937), citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.27

[15] Aleixandre Vicente, “Federico”, en el Mono Azul, n.19, (10 de Junio de 1937),1, luego recogido en Hora de España, Valencia, VII, (agosto de 1937), citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.28-29

[16] Prados, Emilio, Diario Íntimo, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.357

[17] Prados, Emilio, Diario Íntimo, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.357

[18] Buñuel, Luis, Mi último suspiro, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.364

[19] Buñuel, Luis, Mi último suspiro, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.365

[20] Archivo de los Herederos de García Lorca, Madrid, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p.470

[21] Dalí, Salvador, Vida Secreta, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998, p. 370

[22] Archivo de los Herederos de García Lorca, Madrid, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona, 1998. p.475

[23] Alberti, Rafael, Imagen primera de…, citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona,1998,  p.372

[24] Cernuda, Luis, Federico García Lorca (recuerdo), citado en Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 1, Hurope S.L , Barcelona,1998, p.563

[25] Cernuda Luis, A un poeta Muerto, en La Realidad y el Deseo (1924-1962), Ediciones Vitruvio, Madrid, 2014, p.149.

[26]  Citado en Recurso en Red:  Murer Christopher, Biografía, una vida en breve,  en la web Fundación Federico García Lorca, URL: http://www.garcia-lorca.org/federico/Biografia.aspx?Sel=La%20muerte

[27]Citado en Recurso en Red:  Murer Christopher, Biografía, una vida en breve,  en la web Fundación Federico García Lorca, URL: http://www.garcia-lorca.org/federico/Biografia.aspx?Sel=La%20muerte

 

[28] Gibson, Ian, Federico García Lorca, Tomo 2, , Hurope S.L ,Barcelona, 1998, p.546

[29] Alonso, Dámaso, La Fuente Grande o de las lágrimas (entre Alfacar y Víznar) En Antología Comentada de la generación del 27 (Intr. Por Víctor García de la Concha) Austral, 2007. P.244

[30] Hernández, Miguel, Elegía Primera en Obra Poética Completa, Alianza Editorial, 2006, p.129.

[31]  Alberti, Rafael, Elegía a un poeta que no tuvo su muerte en  Antología Poética, Alianza Editorial, Madrid, 2002.p.189.

[32]  Alberti, Rafael, Retornos de un poeta asesinado, Antología Personal, Madrid, 1999, p. 31.

[33] Cernuda Luis Soliloquio del farero en La Realidad y el Deseo (1924-1962), Ediciones Vitruvio, Madrid, 2014, p.122

[34] Cernuda Luis, Díptico español, I Es lástima que fuera mi tierra en La Realidad y el Deseo (1924-1962), Ediciones Vitruvio, Madrid, 2014, p.368

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